¿Te ilustraprostituyes?

Esta semana tomé un café por la capital con una compañera ilustradora italiana, durante nuestra tertulia surgió un tema de conversación profesional en el que a ambos como artistas nos incomodaba en cierta manera.

El tema a tratar fue el siguiente, me explicaba que estaba haciendo unos proyectos para una escritora y que se sentía muy mal al hacerlos, no estaba cómoda porque dicha autora no le daba ninguna libertad creativa, hasta tal punto que incluso le decía que no podía usar colores marrones o negros porque a ella particularmente no le gustaban ¡lo quería todo rosa! imagina el panorama y la paleta de color tan limitante que le ponía la autora, los límites no solo estaban en el uso de la paleta de color sino que también la forzaba a dibujar lo que ella quería sin poder permitirle poner su creatividad, estilo e identidad. Tal era su incomodidad que no había publicado nada de esos trabajos en sus redes sociales porque le daba vergüenza y no se sentía identificada, y también porque quizás ese cambio de estilo realizado por esos encargos no le gustase a su agente estadounidense y le podía perjudicar su mercado americano.

Hay escritores que no entienden, ni saben, ni se quieren dar por enterados que nosotros también somos autores y artistas, que tenemos tanto público o más incluso que ellos, y que atraemos ventas a sus obras que de otra manera no lo iban a lograr sin ser por nuestra colaboración, participación, creatividad y personalidad. Cuando un ilustrador se encuentra con este tipo de escritor existe en nuestro interior un conflicto de identidad muy grande, dejamos de ser nosotros mismos por ganar unos euros que se irán en unas pocas compras, nos sentimos prostituidos artística y moralmente, de tal manera que hay algunas personas que son tan sensibles que incluso llegan a tener problemas de ansiedad y depresión por la presión, incoherencia y ego de estos «autores».

Yo particularmente rechazo directamente a todo autor que va con estas pretensiones y no da libertad creativa y artística, por muy famoso que sea el escritor y aunque me haga falta el dinero le digo que se busque a otra persona ¡yo no soy un gigoló de pinceles y tintas! Una obra es una puesta en común donde ambas partes tienen que estar contentas con el proyecto que se va a sacar adelante, hay que escucharse mutuamente, ser flexibles y muy respetuosos artística y personalmente.

«Respétate ante todo a tí mismo/a»

Soy muy selectivo con los escritores con los que quiero trabajar y eso es porque me implico de tal manera que hay muchas horas de inversión, estados de ánimos, horas sin sueño, meditación, cientos de pruebas desechadas a la basura, frustración, alegría, odio, penas, insatisfacción personal, superación, documentación, aprendizaje… si la otra parte no es capaz de entender y ver todo eso significa que su obra no merece mi tiempo. Hay que entender que algunas ilustraciones son casi obras pictóricas donde parte de mi personalidad se ve reflejada en ellas, hago ilustraciones y ellas me hacen a mí, nos retroalimentamos, me hacen reflexionar, ser más sensible, empático hasta incluso explorar el mismo alma del escritor/a.

«No te ilustraprostituyas«

Si te sientes mal porque eres de esas personas que no pueden prostituirse artísticamente hazte un gran favor, deja el proyecto, hazte los tuyos propios o colabora solo con personas realmente cultas y respetuosas, ganarás calidad de vida y tus trabajos serán realmente buenos porque los harás desde lo mejor de tí. Yo no me ilustraprostituyo ¿y tú?